EL Feng Shui es un sistema chino tradicional que pretende ayudar a mejorar la vida mediante la estética, el equilibrio de los elementos, la luz y la oscuridad, el viento y el agua, etc.
En la China imperial, el Feng Shui se aplicaba a las construcciones imperiales, siendo un asunto de reyes exclusivamente.
A pesar de ser una tradición practicada únicamente en China, se extendió por algunos países de los alrededores, lo que contribuyó a la expansión de dicho conocimiento. A partir del siglo XX, el Feng Shui se extendió por casi todo el mundo y hoy en día es una práctica que abarca muchos aspectos de la vida diaria en todo el globo.
EL Feng Shui está basado y asegura la existencia del Chi, o aliento vital determinado por la forma del espacio, por el cambio temporal y los puntos cardinales.
En el Hogar muchas escuelas de esta corriente hacen referencia a los objetos que nos rodean para tenerlos en equilibrio, desde los aspectos naturales como la posición de las ventanas para que se pueda ver algún paisaje, hasta la colocación de cada uno de los muebles. La combinación de materiales y colores como se muestra en el siguiente cuadro:
El Feng Shui nos dice que el equilibrio del agua y el fuego es lo más importante, es decir, que no se recomienda en nuestra cocina enfrentar el horno con el refrigerador, así como tampoco colocarlos debajo de una ventana y mucho menos en un rincón. Los colores deben usarse de manera adecuada, sin exceso; el rojo representa el fuego y el azul el agua, pero se debe usar moderadamente.
Un aspecto muy importante es que el cocinero jamás debe estar dando la espalda a alguna puerta. Así como que el refrigerador siempre debe tener una gran variedad de alimentos.
Uno de los consejos del Feng Shui, y a pesar de que en muchos hogares gustan de colgar sartenes, ollas y utensilios de cocina en las paredes, no es aconsejable hacerlo, sino mantener un ambiente limpio donde la luz no tenga obstáculo en iluminar el espacio.
La luz artificial es un aspecto muy importante, hay que tratar de mantener una luz más intensa en los lugares que se ocupan disminuyéndola en los que no, es decir, si se está cocinando bajar la luz en el comedor y viceversa. Los cambios de luz pueden traer momentos de relajación, además de un menor gasto en energía eléctrica.